Una “realidad aparte”, está más allá de las descripciones, interpretaciones o análisis que hacemos habitualmente de lo que percibimos.
Cada vez que modificamos conscientemente una de nuestras rutinas diarias estamos liberándonos a las infinitas posibilidades desde donde podemos comenzar a penetrar en una “realidad aparte”. Lo importante no es hacer prevalecer una interpretación sobre otra, sino reconocer que es solo “una interpretación” y es una de las tantas posibilidades que tenemos. Rompiendo los parámetros de percepción cotidiana es como vamos a comenzar a percibir lo desconocido y nuestra búsqueda deberá ser orientada correctamente, no, en el mundo externo sino en nuestro propio mundo interno.
Para nuestros sentidos físicos no existe otra realidad, sino solo la que percibimos a través de ellos, pero esta visión del mundo deja fuera muchos ámbitos de experiencia, debemos buscar poder trascenderlos ya que ellos hacen todo lo posible para que solo percibamos una realidad altamente definida. Que nuestros sentidos físicos no tengan la capacidad de percibir algo, no significa que ese algo no exista.
Cuando la forma en que razonamos cotidianamente se torna cuestionable, cuando ya no puede mantener su modalidad “normal”, estamos dando un paso enorme y las puertas hacia “una realidad aparte” se nos abren. Si dejamos de lado nuestros prejuicios e ideas preconcebidas, dentro de las cuales nos movemos habitualmente y las que muchas veces parecen ser incuestionables, podemos descubrir y entender el milagro que somos.
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